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Crítica a «El Señor de los Anillos», ¡de Ralph Bakshi!

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Muy poco antes de que viera en el cine La Comunidad del Anillo, a finales del 2001, me enteré que, hacía ya varias décadas, un revolucionario director de nombre Ralph Bakshi, había dirigido y estrenado su versión de la historia más famosa de J.R.R Tolkien. Dos meses después, encontré en un puesto pirata la mentada cinta, y quise comprarla, movida por la curiosidad que me generaba esa otra propuesta cinematográfica. Sin embargo, mi madre no compartía mi mismo interés y dejamos pasar tan grande oportunidad. Transcurrieron más de una década sin que volviéramos a hallar un solo ejemplar de dicho filme, ni en sitios expendedores de material apócrifo ni en tiendas debidamente registradas. No fue sino hasta que me proporcionaron un link de una página de streaming que, luego de tanto tiempo, por fin pude ver esa película…y con ello puedo dar ahora si mis impresiones.

 

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Aragorn y Legolas en Moria: El peligro acecha

A estas alturas, es casi inevitable hacer comparaciones entre los trabajos de Bakshi y Peter Jackson, por lo que, muy a mi pesar, empezaré por un balance de los personajes caricaturizados que el primero empleó. Hay algunos que concuerdan a la perfección con la imagen que nos habíamos formado de ellos (Gandalf, Frodo, Galadriel), mientras que otros no corren en lo absoluto con dicha suerte: Aragorn parece más un indio piel roja ideado para un western animado, Boromir luce como un vikingo fugitivo y Eowyn recuerda más a la emblemática bruja de 71 que a la indómita doncella guerrera del texto original. Otros son sólo un poco desangelados, como es el caso de Saruman (quien a pesar de ser “el Blanco”, en esta película lleva atavíos rojos) y Legolas, cuyos rasgos levemente asiáticos no acabaron por convencerme. En lo que sí coincidieron ambos realizadores fue en haber sacado “de la jugada” al elfo Glorfindel, sustituyéndolo con otros personajes (el ya referido Legolas, por parte de Bakshi; y la princesa Arwen, en el caso de Jackson), provocando el desconcierto de cualquier purista.

El orden de las secuencias también es distinto. Bakshi, quien no contaba con mucho presupuesto ni tiempo para narrar buena parte de la historia en dos horas y media (pues a diferencia de Jackson, sólo podía narrarla en dos cintas en vez de tres), omitió escenas memorables como la del fallido tránsito de la Comunidad por el monte Caradhras y la travesía por el Anduin luego de dejar Lothlorien. Sin embargo, las secuencias de la caída de Gandalf en Khazad Dhum y la muerte de Boromir son llamativas, impactantes y hasta conmovedoras, lo que le inyecta vigor a la trama en momentos en que muchos podrían ya estarse aburriendo. Durante toda la cinta, las imágenes parecen percibirse de una manera distinta a la habitual en cualquier animación; y no es por que el espectador tenga problemas oculares o la calidad fotográfica sea mala, sino porque este film fue llevado a cabo mediante una revolucionaria (en aquel entonces) técnica en el que se sobreponían dibujos animados sobre imágenes reales previamente grabadas. Tal método le da a la fotografía un toque único y atractivo, pues lo que vemos en pantalla podría representar una cinta en live action y no una producción animada. Ese es uno de los mayores fuertes de la película, en mi opinión.

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Frodo y los demás hobbits: En buena compañía

Empero, la acción no fluye de modo adecuado en varios puntos, tornando la historia lenta y tediosa para muchos, quienes perderán el interés y optarán por irse o adelantar escenas. Tanto los fans más férreos como aquellos que apenas se adentran a la Tierra Media podrán sentirse desilusionados con esta película, pues carece de la espectacularidad visual y argumentativa que muchos esperarían poseyera una adaptación de la obra de Tolkien; pero esta versión no es del todo mala, y se podría considerar que Bakshi se tomó muchas menos licencias que Jackson a la hora de hacer su producto, quizás debido a que, al ser él mismo un fan más de Tolkien, no quiso realizar demasiadas modificaciones. La mayoría del trasfondo que hay dentro de los libros pervive de buena manera dentro de esta cinta, y eso es algo que no se le puede reprochar a su director. En realidad, el mayor defecto que encierra este film es el hecho de que, por falta de fondos y éxito comercial, el señor Bakshi no pudo concluir la historia y la dejó sin acabar en un punto muy culminante de la obra (la batalla del abismo de Helm, para ser exactos); siendo que en esta producción todavía había muchos pasajes de enorme trascendencia que debían de plasmarse en pantalla (como la batalla entre Eowyn y el Rey Brujo o los acontecimientos en la cima del Monte del Destino). Sin embargo, lamentablemente nunca sabremos como hubieran quedado esas secuencias, lo cuál es casi criminal.

Al final de cuentas, esta versión setentera no es de la colosal magnitud y calidad que la de su símil de principios de milenio, pero debe de ser vista por cualquiera que se precie ser fan de ese enorme colectivo llamado “La Tierra Media”, pues después de todo, marcó la pauta que habría de seguirse muchos años más tarde.